ALQUIMIA INTERIOR

El Camino de la Maestría

Introducción

Si has elegido este libro sobre Alquimia Interior, es probable que lo hayas hecho porque deseas profundizar en tu comprensión de la vida. La Alquimia Interior comienza con la exploración de la naturaleza misma de la vida, nos ayuda a entender quién somos, y el poder y la responsabilidad que tenemos a nuestro alcance. Cuando preguntamos: “¿qué es Alquimia Interior?”, y “¿por qué es importante para mi?”, también estamos preguntándonos de qué trata nuestra vida, y qué significa vivir una vida espiritual. Entonces es cuando nos acercamos al camino de la maestría.

¿Cuál es la naturaleza de la vida?

Esta es la esencia de la búsqueda, seamos conscientes de ello o no.

La maestría depende enteramente de la calidad e intensidad de la búsqueda. El buscador debe darse permiso para experimentar cuestiones cruciales como “¿por qué?”, “¿para qué?” Las respuestas llevan invariablemente a la revelación. Indagar en la naturaleza de la vida conduce a hacerse preguntas más existenciales que no tienen respuesta y, para muchos, marca la entrada a la experiencia espiritual. Hay muchas formas de contestar. 

Generalmente intentamos arreglar todo con la mente racional, formulando teorías y encontrando evidencia empírica, científica, que apoye nuestra búsqueda. Pero ¿acaso estas explicaciones satisfacen el hambre cada vez mayor de una porción creciente de la humanidad, que siente, sabe y anhela lo que todavía no puede entender? El típico método de análisis y comparación de los fenómenos visibles, aunque adecuado en el mundo material, no es efectivo cuando tratamos de captar la vida sintiente en cada fenómeno. La clave reside en el sentir.

La vida es energía en movimiento y transformación infinita. La materia, la mente, nuestros pensamientos, y todo en el universo, es energía. Esta energía es Luz. Sin Luz no hay vida. La Luz es la vida, la vida es la Luz: la Luz-vida es la naturaleza de la Creación. Todo está vivo, nutrido y nutriendo, Fuente y emanación, curando, transformando, elevando, y creando espacio y forma. La Luz es el agente central y transmutador de la materia. En nuestro mundo la Luz-vida es la fuente y el poder transmutador del Amor en todas las expresiones de vida, especialmente en las nuestras. Nosotros también estamos compuestos de Luz. El viaje empieza cuando desarrollamos nuestra receptividad y sensibilidad a la Luz.

Son muchos los efectos que ejerce la Luz sobre la estructura humana: desde mejorar el funcionamiento de los órganos a despertar la intuición y refinar el intelecto, o un discernimiento acrecentado y un estilo de vida más consciente. En el orden social se manifiesta como bondad, conciencia, interés por el progreso del grupo, e implicación dinámica y cuidadosa en todas nuestras relaciones, especialmente en nuestra relación con el planeta. 

Esta Luz no debe ser un concepto abstracto fuera de nuestro alcance mortal. “Encender la Luz” puede ser una experiencia tan real como encender una bombilla. Muchas personas, una vez comprenden que esta Luz se halla en todas partes (incluso en su interior), son capaces de unirse directamente con ella –desde una conciencia sutil a sensación del cuerpo entero, y más. Para muchos aquí reside la clave para empezar a comprender y experimentar lo que puede haber más allá.

¿Quién somos? ¿Qué somos? ¿De dónde venimos?

La Conciencia es un campo de energía indiferenciado de alta frecuencia: una actividad ígnea de la vida todavía no creada. La Conciencia puede ser considerada como la fuente primaria, como fuente o expresión del Espíritu todavía no manifestada. Todo lo que existe se origina en la Conciencia.

El campo de energía indiferenciado de la Conciencia es como una “chispa”, listo para encenderse en innumerables formas de vida. Este campo de Conciencia es tan vasto que, para poder conocerse, debe fragmentarse en múltiples chispas de Luz. A fin de construir un vehículo de expresión, un instrumento, estas chispas tienen que bajar su frecuencia y pasar por un proceso de densificación. El impulso del ser humano de conocerse a sí mismo surge de la necesidad de la Conciencia de conocerse a sí misma. Esto es lo “que” somos.

Para transformarse en un ser humano, una chispa de la Conciencia adquiere la forma de un alma mientras viaja a través de un océano centelleante y gestante, de energía indiferenciada e incualificada. Se va moviendo en espiral a través de frecuencias cada vez más lentas, hasta adquirir una forma humana densa y un estado correspondiente de inteligencia en la materia. Ya puede identificarse como un “yo” humano. Ha preparado el escenario para una identidad transitoria, su personalidad, un “quien”. Ahora la chispa se ha diferenciado de su alta frecuencia original, “aquello” que es como fuente, para manifestarse en un ritmo vibratorio más lento y tangible.

En esencia, el alma es el vehículo que contiene la “chispa” del Espíritu manifestado en el mundo físico dentro de un cuerpo humano. El ser humano ha nacido. Ha nacido a un mundo de causa y efecto, de instinto y supervivencia, con el equipo mental, físico y emocional apropiado para manejar su entorno. Puede que algunas personas nunca abandonen este nivel de conciencia, que nunca lleguen a relacionarse con la “chispa” en el núcleo.

Como una encarnación de Luz (alma) en la materia (cuerpo), el ser humano obedece dos leyes distintas: la ley de la Luz y la ley de la materia. El cuerpo y su mundo resuenan con la ley de opuestos de la materia; el alma con la ley de la Luz. La energía, y en consecuencia, la materia, responde a la voluntad humana, al pensamiento y la dirección. Los seres humanos representan un papel único en la creación, ya que tienen la capacidad de manipular las energías de vida y de actuar tanto con el Creador (la Conciencia y la Luz) como con la materia creada, es decir, el mundo físico. Esto sucede a través de la capacidad inconsciente o despierta de contactar con el poder del Espíritu en el núcleo.

La encarnación física es una especie de compromiso con el planeta Tierra: el ser humano toma su misma sustancia, se viste de ella. Pero nuestra esencia no es física. El ser humano es como un visitante en lo físico, una Luz de la Conciencia con potencial multidimensional que va más allá de sus expresiones emocionales y mentales. Saber esto enciende un enlace directo con la Luz de la Conciencia original.

¿Cuál es el propósito y el sentido de la vida?

La materia evoluciona. La Conciencia se expande. Este es el propósito de la vida.

A nivel humano, el propósito de la vida no solo es crecer, expandirse y regresar, amplificado, a la fuente, sino que también lo es bendecir, transmitir y crear, o mejor aún, co-crear con el Yo como el estado de Ser más elevado. Cada persona ha venido a hacer algo único, a experimentar el deseo de una vida y perfección mayores como individualidad. Cuando se encuentra esa expresión entonces sentimos gran alegría y plenitud, y pareciera que nuestra evolución y ritmo de vida se expandieran y aceleraran.

La misión del ser humano es la de alcanzar el dominio sobre sí mismo y también sobre los campos de energía que posee (más sobre estos campos en la Parte Dos). Este conocimiento es fundamental para poder alcanzar la maestría, es decir, la profunda transformación personal como conciencia del alma-Espíritu.

Según vamos evolucionando en la materia, nos expandimos en Conciencia y dejamos de relacionarnos con la vida externamente, solo a través de la mente lineal. Comenzamos a estar en contacto con el centro de nuestro Ser. Estar en sintonía con nuestra fuente va adquiriendo más importancia que ninguna otra cosa. Entonces, como consecuencia natural de la intimidad con la Luz, se produce la transmutación de la materia. Así es como la materia evoluciona, se convierte en más “Luz” y resuena en frecuencias superiores. 

Para aquellos que se pregunten cómo “hacerlo”, hay que entender que no es cuestión de esforzarse, sino más bien de aceptar y rendirse a nuestra propia sensibilidad interior y natural, es decir, a nuestra capacidad de percepción. Reconciliarse con nuestra verdadera naturaleza es algo que no se puede imponer a quienes todavía quieren experimentar el poder personal y el control sobre la materia. 

Si estás leyendo estas páginas es muy probable que ya estés cruzando la frontera entre la antigua dinámica de “más de lo mismo”, y una nueva y espontánea expresión de autenticidad y coherencia.  En el momento en que “ser” se convierte en algo más importante que “hacer”, nos sintonizamos con la fuente y nos alineamos con nuestra verdadera naturaleza, propósito y sentido de la vida. 

Aunque solo sea por un momento, la humanidad necesita apartarse de las necesidades inferiores de la personalidad y del mundo circundante de causa y efecto. Entonces es cuando podrá acceder a la riqueza del Espíritu como Ser, para volver a descubrir, una y otra vez, que somos el microcosmos de la Conciencia original (el macrocosmos) y que, no obstante, ya estamos alejándonos de los patrones y creencias del pasado, y aprendiendo a ver de una manera nueva.

¿Qué es una vida espiritual?

Hacerse las preguntas más fundamentales sobre la naturaleza de la vida, la realidad y nosotros mismos forma parte integral del viaje espiritual. Sin embargo, hay mucha superficialidad, ilusión y confusión con respecto a la vida espiritual. Demasiado a menudo las preocupaciones del día a día se limitan al yo o al entorno más inmediato, y no se abordan las cuestiones globales que los valores espirituales incluirían. La espiritualidad aplicada aborda vivir en el mundo, lo que incluye cada pensamiento, cada sentimiento y acto en el Ahora. La espiritualidad exige compromiso y conciencia constante. No basta solo con apartarse del mundo ordinario en meditación y hablar el lenguaje espiritual. Una vida espiritual conlleva algo que a nadie le gusta: “disciplina” y un cambio de perspectiva del yo personal a la realidad colectiva.

La verdadera espiritualidad permea la personalidad de una manera tan natural que ideales como la caridad, la paz, la sensibilidad y la transparencia emergen desde el interior espontáneamente, y no a partir de actos deliberados del “hacer”. Una persona espiritual ya se encuentra en comunión con su alma y con su propia chispa encarnada de Conciencia, y la Conciencia original fluye en ella de manera natural y no como consecuencia del esfuerzo. Todo aquel que responda a las necesidades de los otros por sentido del deber o por obligación no está siendo espiritual: la espiritualidad genuina es un rebosar de la conciencia interna y conduce inequívocamente al servicio. 

El propósito de este libro es ayudar a desaprender los patrones de comunicación y percepción usuales, de modo a implementar la voz de la Conciencia interior mediante el correcto uso espiritual de los sentidos y facultades humanos en la vida cotidiana. Las prácticas descritas en el libro deben ser aplicadas e incorporadas, no basta con solo entenderlas.

Transformación personal y autodominio

Adoptar una vida espiritual lleva a una transformación personal que se produce mientras se va trabajando en el dominio del yo. Es fundamental trabajar el cuerpo y la personalidad para conseguir un despertar espiritual de manera sana y equilibrada. Este trabajo ayuda a los individuos a conectarse con su Yo verdadero, despertando la voz de su alma, y fundiéndose con ella al final, mientras se sigue llevando una vida totalmente activa y gozosa en el plano físico. 

El objetivo del trabajo espiritual es aumentar la energía en cada fase, especialmente a nivel del cuerpo-personalidad. Cuanto más receptivo seas a la Luz espiritual, más tu estructura física y mental se resistirá a perder los límites que la definen. Cambiar los patrones de vida de la personalidad no es fácil, ya que para poder sobrevivir hemos desarrollado hábitos pertinaces de autosuficiencia e independencia que son difíciles de disolver sin una comprensión amorosa e inteligente, en un entorno de apoyo. Cabe recordar que la materia y la Conciencia operan bajo dos leyes totalmente distintas, y que la estructura de la energía del ser humano está compuesta de ambas. Las prioridades físicas y personales, más que las espirituales, producen reacciones como el dolor corporal, la fiebre, la enfermedad, o alteraciones de carácter como la impaciencia, la irritabilidad excesiva, el miedo o la incapacidad de controlarse a uno mismo. Éstas, forman parte del proceso de aprendizaje del autodominio a través de la aplicación de la Conciencia en cada detalle de la vida humana. 

Aunque entendamos cuál es el efecto del despertar de la Luz, todavía se necesita encarnar el proceso que comporta el dominio de la personalidad. Para que se produzca la transformación real –lo que en términos alquímicos se conoce como “transmutación”- es fundamental contener el impulso expresivo de energías, no mediante la represión, sino a través del control personal consciente. De la misma manera que el alquimista medieval separaba los componentes de una fórmula para extraer el elixir, el alquimista interior debe separar los pensamientos de los sentimientos y la sensación física, manejando toda la energía que sale a borbotones del interior.  En ese preciso momento y con la práctica del Alineamiento Alquímico (como se ha descrito brevemente), el poder contenido en el foco de Conciencia, ahora dirigido por nuestro Yo-Espíritu, puede cambiar la energía de su foco estrecho para revelar posibilidades de expresión más refinadas. En Alquimia, a este proceso que se produce en el interior del individuo se le denomina “sublimación”. No tiene nada que ver con su interpretación moderna como sustitución, sino que se trata de un uso deliberado de la voluntad entrenada. 

Entonces la ira se revela como puro poder, y el miedo como sensibilidad acrecentada, y deben ser usados de manera inteligente. Si la facultad acogedora de la voluntad no se involucra, la energía se acumula y se cubre con etiquetas socialmente apropiadas, todo en nombre de una conducta espiritual conveniente. Aquí es donde entra el tema del autocontrol. Pensar en poder perder el control se convierte en una obsesión para la persona común que desea triunfar en el mundo. La capacidad de guardar las apariencias es una forma socialmente aceptada de “espiritualidad”. Sin embargo, el control es “control”, sin importar las circunstancias, y no es más que represión, si no se han desarrollado las herramientas de percepción y dominio de la energía adecuadas. En lugar de apagar el fuego o de consumirse por dentro, hay que sacar la fuerza y ponerla al servicio del mundo de forma constructiva. De nada sirve imponer el código, aceptado y cómodo, de paz o alegría, sobre las energías mentales y físicas, inconscientes y contenidas, cuando de lo que se trata es de alcanzar la maestría en las condiciones del día a día. El dominio tiene lugar cuando eres capaz de transformar la energía in situ. En lugar de actuar y recrear una y otra vez los mecanismos de defensa de toda una vida, la persona encuentra refugio y apoyo en su interior. La vida misma es el laboratorio.

A lo largo de estas páginas se propone un cambio de enfoque de la personalidad al alma, cambio que consiste en pasar de la perspectiva de la personalidad-cuerpo a la del alma-Espíritu, a través de la Práctica Maestra (desarrollada en la Parte Uno) y mediante la ayuda de los ejercicios y meditaciones proporcionados en este libro. La Alquimia Interior redefine el pensamiento común, convirtiendo la mente en un instrumento de sentimiento y sensibilidad. 

La mente de una persona evoluciona según la cualidad de sus experiencias que detonan la Conciencia innata, desplazándose de manera casi imperceptible hacia el conocimiento holístico de la mente superior y respondiendo a voltajes más refinados de la Inteligencia y Conciencia Espíritu. Es necesario entender que el alma no es sinónimo de la mente superior, como se podría suponer. El alma es un Estado de Ser que envuelve la experiencia de la Conciencia, del Espíritu en todas sus encarnaciones, y sirve para unir la experiencia dimensional superior e inferior. Por otro lado, la mente superior es la cualidad de la inteligencia aplicada cuando el contacto con la experiencia dimensional holística y superior se hace y se sustenta de forma consciente. Abarca la sensibilidad como inteligencia del corazón. Una persona con conexión de alma es aquella cuya personalidad, mente superior y mente inferior (o común) vibran en resonancia con su alma. 

La tabla que se muestra a continuación clarifica algunas de las distinciones entre la mente común (inferior), la mente superior, y lo que significa un alma despierta (leer de izquierda a derecha):

Mente común                                        Inspiración de la mente superior       Alma despierta   
preocupación individual Interés colectivo Interés universal
necesidades cuerpo-personalidad respuesta del cuerpo entero percepción desde el corazón
pensamiento lineal empatía intuición
escucha sintonización integración del corazón
información conocimiento sabiduría
placer alegría dicha
emociones sensibilidad estado de ser amor
cálculo comprensión conocimiento
compartir compañerismo conciencia de grupal

Como sugiere esta tabla, el dominio de uno mismo conlleva un alineamiento autoconsciente con la conciencia de grupo. Las claves para la maestría y el desarrollo espiritual en general se encuentran en la calidad y alcance de la transformación personal. Esta es la lente a través de la que percibimos y lidiamos con el mundo y con las innumerables formas de la realidad. 

A menudo he oído comentarios del tipo: “¿de qué sirve abarrotar la mente con información tan técnica sobre los cuerpos, los rayos, los chakras? ¿No sería mucho más fácil simplemente “meditar” y ser una buena persona? En definitiva, ¿no basta con el silencio?” La respuesta es no, no si quieres marcar la diferencia como un servidor activo que participa en el mundo. En este caso, una Presencia silenciosa y amorosa es estupenda, pero no siempre útil.

En estas páginas compartimos asuntos que no siempre aparecen recogidos en otros sistemas, que carecen de la integración y aplicación que aquí buscamos. Dichos sistemas abordan diferentes partes de tu ser y se apoyan en gran medida en la comprensión, la conciencia sensorial, el control emocional o el alineamiento espiritual, y lo hacen con independencia de los otros, del conjunto, de la sociedad y del mundo en el que vivimos. 

La Conciencia no es algo tangible. Es el poder de tu Yo que se alcanza mediante entrenamiento. Tu intención define el resultado del trabajo sobre ti mismo. No basta con meditar sin tener una buena estructura física, una que sea flexible y receptiva a la entrada de Luz que detona el despertar de la Conciencia. Ni tampoco es suficiente domar tus instintos y emociones, o disciplinar tu mente. Debe ser un esfuerzo unitario con un resultado integrado. Se necesita flexibilidad en todos los niveles porque la estructura humana, como se apunta en el texto, es tanto material como sutil, física y espiritual.

A menudo sueño con un mundo mejor, seguro que igual que tú. Un mundo así no es posible sin una transformación personal de calidad. Nadie habla de la percepción correcta, que apunta a distanciarse drásticamente del egoísmo. Nuestra visión proporciona y provoca un sentido de responsabilidad en la construcción de nuestro mundo colectivo.

Si fuéramos a abolir todas las formas de esclavitud de la percepción que limita y ata a los individuos entre sí y a un sistema, nos daríamos cuenta de que la transformación no puede producirse mediante ajustes superficiales. No basta con proporcionar un apoyo mecánico o desear ayudar en causas justas. Por más noble que sean esas intenciones y esfuerzos, no llegan a la mentalidad de la humanidad, que reconstruye una y otra vez los mecanismos que uno desea cambiar. El cambio comienza con cada uno de nosotros: debemos ser el cambio que queremos ver en el mundo.

Un alineamiento genuino con la tierra y las fuerzas cósmicas no es algo complicado o fantasioso. Es real y exige un esfuerzo concertado para poder notarlo y sentirlo. Marca un cambio drástico en la percepción de uno mismo para saber lo que está pasando, así como observar como uno responde y contribuye a lo que está sucediendo.  La elección es clara: o bien continúa el abuso y la destrucción, o bien impera la conciencia de grupo y la premisa de la construcción de un mundo nuevo más “personal”.

La Alquimia Interior es mucho más que un sistema técnico de percepción. Es la manifestación de una búsqueda personal. Se convierte en algo tuyo y responde a tu temperamento y talentos. Es por esta razón por lo que al enseñar nuestro sistema insistimos en la autenticidad y la expresión personal. Estas páginas se convierten en un cofre del tesoro íntimo del que puedes sacar lo que necesitas cuando lo necesitas.

En este libro proporciono mapas de conciencia que detallan la dinámica del ser humano, centrándome en el manejo de las facultades y poderes con conciencia y deliberación para ayudarte a cultivar el discernimiento, lo cual, a su vez te va a ayudar a elegir tus propias y verdaderas prioridades, y también va a modelar tu grado de implicación en la vida. Espero que te sirva en tu búsqueda interior. 

La maestría evoca el Espíritu en la carne. Una personalidad autoconsciente es dinámicamente activa en el mundo. Está sintonizada y colabora con la ley planetaria y cósmica, pero también es alegre y disfruta del placer de la encarnación y del afecto resultante del amor en todos sus aspectos: físico, emocional, mental y espiritual. 

Espero que, como lector, puedas cosechar los beneficios de mi búsqueda de la Verdad a lo largo de mis 77 años de vida (al escribir estas líneas), y desarrollar tu autenticidad verdadera y única, y tu poder de liderazgo. El mundo te espera para que nutras a la Tierra y a una humanidad hambrienta. 

Todo te señala a ti, querido lector, a tu Conciencia más íntima como el único Poder, la única Inteligencia, la única sustancia que actúa en tu mundo. Nuestro mundo.